Viajar a Zimbabwe significaba el comienzo del viaje al interior de África, a partir de es momento empezaríamos a recorrer el continente, vía terrestre país por país.
Sabíamos que para viajar los 1.000km desde Pretroria, Sudáfrica hasta Harare, Zimbabwe en autobus, nos esperaba un viaje largo, mas teniendo en cuenta que hay que cruzar una frontera, así que estábamos preparados y no nos sorprendieron las 22 horas que duro el viaje, pero si nos llamo la atención las 7 horas que estuvimos en la frontera para nada. Si bien era un fin de semana de mucho trafico y había mucho movimiento, llegamos a la frontera a las 9 de la noche, después de una hora y media ya todos los pasajeros teníamos los pasaportes sellados y sin problemas, bastante rápido considerando que éramos 45 personas, nacionales, extranjeros, algunos teníamos que hacer visa.
A partir de ahí comenzó una perdida de tiempo interminable. Primero tuvimos que bajar todos los equipajes y cada pasajero se quedo parado al lado del bus con sus maletas abiertas. Después de 2 horas aparecieron los inspectores de aduanas, que alumbrando con el teléfono celular revisaron los equipajes. Una vez terminado el control hubo que acomodar todo el equipaje otra vez en el carro que lleva el bus lleva atrás para transportarlo. A todo esto ya eran la 1 de la madrugada y aunque pensábamos que ya estábamos listos para seguir no fue así.
En vez de subir al bus tuvimos que ir caminando hasta el final de la frontera, el bus vino después y ahí estuvimos parados otras dos horas, ya hacia un poco de frío y algunas de las personas pidieron que dejen subir al bus al menos a las personas mayores. Finalmente llego un oficial de migraciones que nos hizo formar en fila para subir al bus con el pasaporte abierto en la hoja donde teníamos el sello de entrada a Zimbabwe, supuestamente este hombre controlaba que todos estábamos legalmente admitidos, pero en lugar de mirar el pasaporte mientras subíamos al bus miraba para el costado. Y así pasaron 7 horas de supuestos controles en la frontera.
Finalmente llegamos a Harare alrededor de las 4 de la tarde, apenas bajamos del bus sentimos el calor de la ciudad. Fuimos directo al teatro, en los jardines de la ciudad, un gran parque donde ademas del teatro se encuentra la galería nacional.
Daves y Tajnia nos recibieron en Harare. Daves junto a su equipo organizaron las funciones de Mandrágora Circo, hicimos el armado y ensayo con el tecnico un día antes y luego vinieron las presentaciones que el publico, niños, jóvenes y adultos, y nosotros también disfrutamos mucho.
De Zimbabwe, entre otras cosas nos llamo la atención la cantidad de arboles gigantes, por todos lados, en la ciudad, en los barrios, en los parques.
Continuamos el viaje por Zimbabwe hacia la ciudad de Bulawayo, al sur del país a 8 horas de viaje en Bus. Allí nos recibieron Mzitho y George. El primer día nos llevaron a recorrer la ciudad, fuimos a un barrio donde hay un mercado de herramientas artesanales, todo hecho a mano. También mercado de artesanías, de medicinas tradicionales y de frutas y verduras.
Caminamos entre las calles del barrio y terminamos en una especie de plaza donde por ser sábado a la mañana estaba lleno de hombres sentados por grupos en diferentes partes tomando «Cerveza» (en realidad una bebida local fermentado de cebada con gusto muy acido)
Después de comprar nuestra bebida nos sentamos junto a grupo de señores, elegido al azar, que enseguida aceptaron nuestra compañía. Comenzamos a charlar y también charlaban entre ellos, con nuestros amigos, en su lengua local. La conclusión que sacaron es que al fin de cuenta ya se conocían de antes, porque uno vivía cerca de donde el otro había nacido y otro era pariente de un pariente y así es en Africa «todos somos de la misma familia» nos dijeron.
Hicimos 3 funciones en 2 lugares diferentes en Bulawayo, cada vez mas y mas gente fue llegando a las presentaciones.
Fuimos a conocer las Cataratas Victoria, en la frontera entre Zimbabwe y Zambia. Desde el pequeño y turístico pueblo de Victoria Falls llegamos caminando hasta el Parque Nacional donde se encuentran las cataratas.
Y a seguir el viaje por África, ya se sentía normal ser los únicos blancos en el bus, ver como las personas cargan el equipaje o lo que fuera en la cabeza sin problemas, como todo se vende en la calle, se sonríe y esa sensación de que todos somos una misma familia.